6.08.2007

MATRIMONIO, DIVORCIO Y RECASAMIENTO

Resumen.

En este documento se revisarán aspectos claves para entender la voluntad de Dios para uno de los temas más centrales de toda la Biblia: EL MATRIMONIO.

Comprender el matrimonio a la luz de las Escrituras nos permitirá mirarlo desde la perspectiva divina, entendiendo la real importancia que Dios le ha asignado. Además, nos permitirá abordar con propiedad los problemas que suelen suceder al interior de él y dar una respuesta bíblica a ellos.

Desconocer el fundamento bíblico del matrimonio puede ser una puerta abierta para el ingreso de todo tipo de vicios y errores.

Dios desea nuestro bienestar en toda nuestra experiencia de vida y para ello nos ha heredado su Palabra, la cual es luz para nuestro caminar.

Este documento está dirigido fundamentalmente para hermanos, pero también tiene consejos para aquellos que están lejos del conocimiento del Evangelio.

El concepto bíblico de Unidad.

En la Biblia se plantea un concepto central, y es el de la unidad. A Dios mismo se le describe como una trinidad, perfectamente diferenciable en sus componentes (Padre, Hijo y Espíritu Santo), pero perfectamente indivisible y unidos, al punto que Jesús mismo plantea que Él está en el Padre y el Padre en Él (Jn c.17, v.21), y que al enviar al Espíritu Santo lo hace como referencia a la deidad en su conjunto (comparar Jn c14, vss. 16, 18, 20 y Ap c.3, v.20).

La unidad que se enseña en la teología cristiana difiere del concepto de unidad secular en términos de alcance y profundidad. El concepto de unidad secular se refiere a la mera idea de elementos que comparten un espacio común, recursos comunes, un tiempo común, etc, sin mayor trascendencia. Es una mera unidad a nivel material, entendiendo lo de “material” no sólo a lo físico, sino a todo lo que el discurso materialista engloba. Unir, en términos materialistas, equivale a “juntar”, tomando la idea de 2 cosas distintas pero unidas en algún punto o puntos.

El concepto de unidad bíblica abarca mucho más que la simple idea de elementos juntos, y apunta a la idea de “semejanza”. En términos simples, la unidad bíblica apunta, no a la idea de elementos distintos que comparten una coordenada en común, sino a la de elementos semejantes (acá “semejantes” equivale a “iguales”) que comparten exactamente la misma coordenada. En este sentido, la declaración de Jesús cuando dice “Yo y mi Padre somos uno” (Jn c.10, v.30), no quiere decir que Él y su Padre estaban en el mismo lugar o que sólo compartían una naturaleza común, sino que eran iguales en todos sus ámbitos. Por lo tanto, la idea bíblica de unidad está estrechamente ligada al concepto de “igualdad”.

En Ge c.1, v.26, Dios exclama lo central en el tema de la unidad: “hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. Acá necesariamente no debemos pensar en un Dios acá y a un Adán allá, sino en un Dios en perfecta comunión con su creación.

La unidad bíblica incluye la idea de indivisibilidad o inquebrantabilidad: si la perfecta trinidad Dios no puede dividirse o separarse, se espera y desea que esa cualidad se mantenga con su semejante creación. La unidad de la creación del hombre con Dios está sustentada, por una parte, por la gracia de Dios y, por el lado del hombre, por su obediencia. Dios le ofrece al hombre todos los elementos para que el hombre pueda ser totalmente fiel a Dios y, por ende, permanecer unido a Él, pero se le exige al hombre que mantenga esta fidelidad, obedeciendo el mandato de Dios. Para probar esta fidelidad, Dios establece situaciones y crea elementos, los cuales el hombre deberá evaluar, ya sea para su bendición (continuar en unidad con su Creador – vida espiritual) o su maldición (separación con Dios – muerte espiritual).

De lo anterior, podemos ver que la idea de unidad está íntimamente relacionada con otro concepto bíblico central: EL PACTO. En éste, tanto Dios como el hombre se obligan a ciertas acciones y se establecen condiciones en la que estas acciones tomarán lugar. Junto con ello, también son establecidas las consecuencias si las obligaciones no son cumplidas. En el relato del libro de Génesis se puede ver esto de un modo práctico: Dios se obliga a si mismo a bendecir a su creación en la medida que ella no coma del árbol de la ciencia del bien y del mal; si se rompía esta condición de obediencia por parte del hombre, él recibiría la muerte por pago y Dios quedaba libre de actuar como Él quisiese para con su creación (el próximo paso de Dios tiene la forma de gracia).

Por lo anterior, podemos afirmar abiertamente que, en un sentido, la unidad es la base del pacto, y que, en sentido inverso, el pacto promueve la unidad.

De la idea de Unidad y de Pacto, se deriva y relaciona otro concepto central: EL COMPROMISO. Evidentemente, el mundo secular se ha encargado de corromper este concepto bíblico y lo que hoy tenemos es una deformación materialista de esta idea, en donde se entiende el compromiso como la mera obligación material si y sólo si existen beneficios mutuos.

El compromiso bíblico toma la forma de alguien que deja un lugar y va irreversiblemente y sin retorno hacia otro lugar para dar algo. No se concibe, bajo ningún punto de vista, la idea de algún posible retorno o incluir otro destino en el viaje. En ninguna parte se admite la posibilidad de que alguien que se compromete pueda desdecirse, y se sobreentiende que el que se compromete lo hace renunciando y descartando cualquier otra posibilidad. El que se compromete no tiene un plan “B” o una puerta de salida trasera. Jesús enseña ésto cuando plantea la imposibilidad de obedecer o tener compromisos con 2 señores (Mt c.6, v.24). El ejemplo del destino de crucificción de Cristo es referente obligado para ejemplificar esto. Veamos el siguiente pasaje (Jn c.6, v.51):

“Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo”

Note que dice “yo daré” y no “yo podría dar” o “me gustsaría dar”. Esta clase de afirmación es producto de su irreversible compromiso, el cual no dependía de lo que el mundo hiciese o dejase de hacer ni de ninguna circunstancia externa. Jesús no tenía ninguna otra opción real posible. Estaba ya profetizado. Esa es la base del concepto “compromiso”: la decisión es irreversible y única.

Pero Dios establece el único elemento que puede quebrar el compromiso pactual: la muerte de una de las partes o ambas. Por tal motivo, la muerte, como consecuencia del pecado, es el único motivo que puede quebrar la unidad espiritual y disolver el pacto. El pecado trajo como consecuencia la separación inevitable entre Dios y su creación. Esto se puede ver con claridad en la parábola del Rico y Lázaro (Lc c.16, vss.19-31):


El concepto bíblico de Matrimonio.

De las ideas bíblicas unidad, pacto y compromiso, se deriva uno de los mayores conceptos bíblicos: EL MATRIMONIO. La Biblia comienza en el libro de Génesis con un matrimonio entre Dios y su creación y termina con las bodas del cordero en el libro de Apocalipsis.

Por derivarse de la idea de Unidad, el matrimonio se asume inicialmente como indivisible e inquebrantable. Jesús enseña ésto en el libro de Mateo:

“Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mt c.19, v.6)

Ha habido mucha confusión con la frase “lo que Dios juntó”, pues algunos hermanos, en su ignorancia, piensan que los matrimonios “que Dios juntó” son los que están “en la voluntad de Dios”, y se arriezgan en declarar que los matrimonios de personas inconversas nunca estuvieron en la voluntad de Dios, por lo que “no estarían juntos” y no serían verdaderos matrimonios (podrían libremente disolverse). Lo que verdaderamente quiere decir la frase “lo que Dios juntó” se puede entender al parafrasearla como “lo que Dios declara como juntos”.

Las acciones que los hombres realicen en esta vida, ya sea que sean creyentes o no, Dios las concibe como tales, independiente que Él las acepte o no. De esta manera, Dios puede declarar como adúltero a alguien que está casado, sea creyente o no, pues concibe como válido el matrimonio que lo une a alguien y que se haya producido una relación paralela. Si así no fuera, la promulgación de juicio por parte de Dios no tendría ninguna validez y carecería de fundamento.

Por lo anterior, deberá aceptarse que es ante Dios que se hacen todas las cosas, independiente del estado espiritual de quien lo haga. Si un gentil se casa o si se casa un creyente, ambas ceremonias tienen carácter de matrimonio para Dios y Él las concibe así, por lo que Dios declara como matrimonio tales celebraciones.

Puesto que el matrimonio también se deriva de la idea de pacto, se asume que existen modos, maneras y responsabilidades, y que existen leyes que lo rigen. En otras palabras, uno no puede concebir el matrimonio como mejor le parezca, sino que Dios ha establecido una única forma de celebrarlo y mantenerlo.

Por cuanto el matrimonio es también un pacto, existen obligaciones mutuas y castigo cuando estas responsabilidades son violadas.

Por cuanto es un pacto, la muerte de una de las partes o de ambas pone fin de modo natural al pacto. De haber un sobreviviente, éste queda libre para celebrar un nuevo pacto matrimonial con otra persona libre, de la misma condición civil (un soltero o viudo).

Por cuanto el matrimonio también se deriva de la idea de compromiso, se sobreentiende que los celebrantes (hombre y mujer) no conciben la idea de desdecirse del compromiso, que han abandonado cualquier otra posibilidad de nuevos compromisos mientras el pacto esté vigente y que se entregarán completamente en la realización exitosa de esta nueva empresa. De esta idea se entiende que los celebrantes tienen (o debieran tener) la cualidad bíblica de siervos.

En el plan original de matrimonio (compromiso), en ningun lugar de la Biblia se enseña la existencia de una “puerta de escape” vía cláusulas especiales. Cuando una pareja se casa (compromete), quedan ante Dios “solos en el mundo”, sin posibilidad alguna de buscar otra pareja mientras el compromiso esté vigente para Dios. No se concibe bajo ningún punto de vista la posibilidad, siquiera remota, de algún plan B.

Dios ha capacitado completamente al hombre y a la mujer para que puedan cumplir con el compromiso. Les ha puesto a su completa disposición las herramientas y los tiempos para que ellos puedan mantenerlo.

Grados prohibidos del matrimonio.

En cuanto a lo general, el plan original de matrimonio es una celebración pactual entre un sólo hombre y una sola mujer. En este sentido, quedan automáticamente prohibidos cualquier pacto matrimonial del tipo poligámico (un hombre con varias mujeres o una mujer con varios hombres). También se deduce la prohibición de pactos matrimoniales del tipo homosexual (1 hombre con otro u otros hombres, o una mujer con otra u otras mujeres). Así mismo se deduce la obvia prohibición de cualquier pacto matrimonial entre un ser humano y un animal (zoofilia), entre un ser humano y un muerto (necrofilia), entre un ser humano y un objeto inanimado (tecnofilia), entre un ser humano y un ser espiritual (pneumafilia) y, en general, cualquier tipo de filia que no se ajuste al plan original de Dios para el matrimonio.

En el libro de Deuteronomio, Dios revela algunos grados prohibidos para el matrimonio de interés. Aparecen como prohibidos los pactos matrimoniales entre un hijo(a) con su padre o madre, o con cualquier pariente cercano (consanguíneo), el cual también incluye matrimonios entre hermanos directos (Lv c.18).

De forma excepcional, Dios prohibe (incluso a manera de prefiguración) la prohibición de pactos matrimoniales entre miembros del pueblo de Dios y miembros fuera del pueblo de Dios (Dt c.7, v.ss. 1-4). Jesús vuelve a este discurso en la cita 2 Co c.6, vss. 14-18. Por cuanto el matrimonio es tipo de la santificación, resulta obvio que la mezcla con pueblos paganos rompía la regla y traía nefastas consecuencias materiales y sobre todo espirituales para el pueblo.

La experiencia humana a la luz de los preceptos bíblicos añadió nuevos grados prohibidos a los pactos matrimoniales. Uno de ellos fue el matrimonio entre una persona declarada mayor de edad y una persona menor de edad. Se aceptaba abiertamente la idea de que para celebrar un pacto matrimonial, se debía hacer de modo responsable y sin presiones de ninguna clase, y se asumía que una persona declarada mayor de edad estaba suficientemente capacitada para realizarlo. Una relación del tipo pedófila es ampliamente rechazada. El libro de Deuteronomio, por ejemplo, se detalla que, para intentar compensar las consecuencias de un embarazo no deseado de una mujer menor de edad, se obligaba a concertar un matrimonio del tipo excepcional con el autor de dicho embarazo, de modo de dar cobertura a la parte más afectada (Dt c.22, vss. 28-29).

Otra forma excepcional que es prohibida es la relación en lo que, de forma moderna, llamamos convivencia. Dios no acepta como matrimonio una relación de este tipo y lo tipifica como fornicación. No existe ninguna manera que este tipo de relación sea aceptada.

Existe otro caso en que, si bien es cierto no cae en algun grado de prohibición para celebrar un pacto matrimonial, se recomienda fuertemente la negativa a hacerlo. Es el caso de los nazareos permanentes, personas que se comprometen de por vida a ministrar en los servicios del Señor a tiempo completo, llevando una vida apartada en todo sentido para Dios. Ejemplo de ello está el caso de Jesús.


EL DIVORCIO, ¿dónde comienza?.

Podemos afirmar, con base en la Palabra de Dios, que ningún problema nace el mismo tiempo que sucede, sino que es un proceso que se desarrolla hasta tomar lugar. Observe la siguiente declaración:

(1 Co c.5, v.6): “No es buena vuestra jactancia. ¿No sabeis que un poco de levadura leuda toda la masa?”

La pregunta obvia es: ¿leudó la levadura toda la masa de forma instantánea?; la respuesta es también obvia: NO, sino que lo hizo de una forma gradual y sostenida en el tiempo.

Tan obvio como lo anterior es concluir que el divorcio no ocurre de forma expontánea, sino que lo hace con anterioridad y que la velocidad de degradación del matrimonio está en directa relación con el grado de deterioro espiritual de uno o ambos conyugues (si ambos conyugues son completamente carnales, la concecuencia llamada divorcio puede ser en extremo acelerada).

Otra ley divina declarada por Jesús es la siguiente:”Así que, por sus frutos los conocereis” (Mt c.7, v.20). Esta ley divina revela algo sumamente importante: la experiencia práctica de cualquier persona (sus hechos) son el reflejo de su estado espiritual. Como esto es así, el o los problemas matrimoniales no son reflejos del matrimonio mismo, sino del estado espiritual de sus conyugues. Dicho de un modo práctico, los problemas del matrimonio no nacieron en el matrimonio, sino en el nacimiento de cada persona, de su estado espiritual.

Por muy escondidos que se encuentren las oscuras intenciones del corazón, algún día aflorarán en hechos concretos. Por lo tanto, si una persona no se ha sometido a la verdad bíblica y ha pasado toda su vida de soltero sembrando en su corazón levadura del diablo, si ha pasado toda su vida ignorando las enseñanzas divinas para la edificación de su vida espiritual, es IMPOSIBLE que su matrimonio goce de la plenitud de paz celestial, de bendición y que esté firme para resistir los embates del mundo.

Por ende, la pregunta planteada (¿dónde comienza el divorcio?) es resuelta de modo bíblico: en el corazón (Mt c.15, vss. 18-19)

De este modo, la problemática del divorcio NO SE PUEDE RESOLVER CON TÉCNICAS SICOLÓGICAS, CON PASTILLAS O CON TERAPIAS SECULARES, SINO CON LA PODEROSA INTERVENCIÓN DE CRISTO (Jn c.8, v.36)


¿ES INEVITABLE EL DIVORCIO EN UN MATRIMONIO CRISTIANO?.

Dios declara en el libro de Malaquías su opinión sobre el divorcio (Mal c.2, vss. 13-16). Dios ha establecido su plan supremo para el matrimonio, resumiéndolo en la idea de LA UNIDAD. De este modo, cualquier fractura de cualquier matrimonio y su final ruptura, está EN CONTRA de la voluntad original para el hombre.

Antes de seguir con esto, usted debe saber algo escencial para entender el proceder de Dios para con la humanidad: Dios tiene leyes para gobernar cualquier experiencia de vida. Esto incluye la horrenda experiencia del PECADO. Dicho de otra manera: Dios sabe tratar y resolver cualquier experiencia humana.

Cuando un hombre se enfrenta con algo que de si mismo no sabe o no puede resolver, Dios le ha provisto de la solución en su Palabra (1 Co c.10, v.13).

Es increible que muchos cristianos tenemos como base de fe relatos como la apertura del mar rojo, el diluvio universal, la creación del mundo o la resurrección de Cristo, pero cuando somos enfrentado a pruebas infinitamente más pequeñas, creemos que no podremos sortearla con Cristo.

Podemos revisar 2 pasajes claves que nos revelan una gran verdad: (1) Sal c.55, v.22 y (2) Mt c.13, vss. 14-15.

No existe ningún problema que Dios no pueda resolver en la vida de sus hijos e hijas, siempre y cuando ellos pongan TODO ese problema a las plantas del Salvador. Mientras un cristiano crea que puede lidiar con un problema, por muy pequeño que sea, sin la asistencia del Señor, es IMPOSIBLE que tenga éxito sobre él. Cristo asegura en Jn c.15, v.5 que no podemos tener ningún éxito, en ningún área de nuestra vida, sin su completa asistencia.

El gran problema del “problema del hombre” ocurre cuando se convence del engaño satánico dibujado en la tentación de Eva, cuando ella se convence que puede alcanzar bendición (solución al divorcio en este caso) por sus propios medios. En NINGUNA parte de TODA la Biblia se da, siquiera el indicio o la idea de que podemos alcanzar alguna bendición, por muy pequeña que sea, sin la completa asistencia de Dios.

Por otra parte, Dios asegura ampliamente, basado en su propia ley, lo siguiente: “Fíate de Jehová de todo tu corazón…….y Él enderezará tus veredas” (Pr c.3, vss. 5-6).

De lo anterior, la respuesta planteada se puede responder con toda tranquilidad con un sonoro ¡¡NO!!. Ningún problema está exento de solución divina. Por lo tanto la pregunta original podemos reformularla de otra manera: ¿puede un divorcio tomar lugar si es que le doy completa soberanía a Dios en mi matrimonio?.

Por ello, el divorcio, y en general cualquier otro pecado, toma cuerpo y lugar en la medida que como cristianos les cedemos lugar. Adán y Eva cedieron lugar al engaño satánico y las consecuencias las vemos hasta el día de hoy. No es culpa de Dios, no es culpa del diablo, es sólo culpa de cada cristiano y cristiana en que le abren las puertas al pecado en sus vidas, teniendo una nula vida de oración. Considere con suma seriedad la advertencia de Mt c.26, v.41.


¿CÓMO ATENDER UN DIVORCIO?

Para entender con mayor claridad el proceso de divorcio, se debe usar una figura teológica poderosa: EL CONCEPTO DE CUERPO.

Cristo en (Jn c.15, v.5) plantea que los que componen su pueblo, los creyentes, forman un cuerpo con Él. Éstos son los que lo han recibido como Señor y Salvador y ahora son inscritos en el Libro de la Vida. Sin embargo, existe el evidente riezgo que uno de estos miembros pueda “enfermarse” por la acción de alguna conducta pecaminosa.

Cuando Cristo evidencia que uno de sus miembros se ha enfermado, realiza varias acciones concretas: (1) declara la enfermedad y el miembro enfermo, (2) realiza una acción restauradora, implementando todos los medios posibles para que el miembro enfermo se recupere (Mt c.18, vss.15-17), (3) cuida que la parte sana que rodea al miembro enfermo no se contamine (Ez c.20, v.7), (4) si se logra recuperar al miembro enfermo, prosigue una etapa de restauración (2 Cr c.7, v.14) y (5) cuando no es posible recuperar el miembro enfermo por su condición corrupta y enferma, se decide la penosa acción de amputar este miembro, pues si no se hace a tiempo, se corre el claro riezgo de que enferme a algun miembro sano y pueda matar al cuerpo entero (1 Co c.5, v.11).

El estado pecaminoso de un impío (alguien que no reciba a Dios) es, desde la mirada de Dios, equivalente a la de un muerto, cuyo cuerpo se ha podrido completamente y es un potente foco de infección y contaminación. Es por este motivo, que es IMPOSIBLE que Dios tenga algún tipo de comunión (matrimonio) con los perdidos. Jesús lo explica claramente en (2 Co c.6, vss. 14-18). Para tener comunión con alguien, Dios primero lo hace nacer de nuevo, lo limpia, le da vida.

En un matrimonio, donde ambos son cristianos, se corre siempre el riezgo de que el pecado contamine la vida de uno o ambos, poniendo en peligro la vida espiritual de ambos. Cuando el pecado afecta severamente la vida de uno de ellos, la parte sana debe actuar del mismo modo que Dios actúa con su cuerpo. Sin embargo, podría tomar lugar una corrupción tal que sea necesaria la completa excomunión con el pecador, al grado, en casos extremos, de terminar cualquier clase de contacto, incluso el físico.

Se debe saber, sin embargo, que el divorcio (amputación) es siempre el ÚLTIMO paso que debiera tomar lugar, NUNCA el primero. Tan traumático como el proceso de amputar un miembro del cuerpo físico, es la separación de un matrimonio, pues los efectos al tiempo presente y después de él son tan grandes, que podría afectar la vida entera de la parte sobreviviente. De estos efectos podemos mencionar algunos:
  • Efectos económicos
  • Efectos sociales
  • Efectos emocionales
  • Efectos espirituales

Cuando un cónyugue evidencia que existe una clara manifestación pecaminosa en su compañero(a), no debe perder el tiempo y debe enfrentar este pecado en oración, solicitando la siempre poderosa asistencia del Espíritu Santo. Dios ha prometido estar con nosotros en nuestra angustia, acudiendo cuando clamamos a Él.

No debe perder de vista que el problema, aunque se manifiesta de modo “material”, tiene un origen espiritual, tal y como lo enseña Cristo (Mt c.15, vss.18-20), y que para enfrentar ello usted cuenta con poderosas armas y que debe usarlas a favor de su conyugue y de usted mismo.

Además de nuestra propia intervención, Dios nos ha provisto de una familia cristiana, la cual debe estar capacitada para asistirnos cuando nos enfrentemos a problemas de esta índole. La consejería bíblica, los grupos de intercesión, los visitadores y cualquier otro ministerio, han sido establecidos por Dios para servir y edificar a su pueblo, sobre todo en los momentos de ataque espiritual.

Lo otro que se debe tener claro es que nadie está obligado a pecar, que todo el que peca lo hace voluntariamente y de modo conciente. Aunque resulte sorprendente, el Espiritu Santo no es irresistible. El hombre acepta o no el llamado del Señor. En Jn c.3 Jesús enseña que los que no vienen a la Luz no es porque no pueden, sino porque no quieren y agrega que, en realidad, es porque ABORRECEN la Luz, la aborrecen de modo conciente.

Lo anterior es para enseñar de que, en algunos casos, aunque usted ore por su conyugue enfermo del alma, aunque toda la iglesia ore por él, aunque se interceda por él y aunque el mismo Dios no quiera que muera, es el hombre y la mujer quien decide su destino. La figura de Adán decidiendo entre dos árboles ejemplifica esta situación. No es que Dios no lo haya podido o querido salvar, sino es que el hombre decidió su propio futuro.

Cuando Dios ha dado el diagnóstico definitivo de que el pecador se ha corrompido irremediablemente, la parte sobreviviente, la parte sana del cuerpo, debe proceder, al menos, así: (1) buscar consolación y restauración en Dios, porque ver y sentir sacar un miembro para siempre es algo que, sin Dios, no se puede pasar y (2) busque sinceramente la santidad de Dios, apartarse para Él, porque usted debe recordar que el diablo no descansará hasta matar y contaminar a todos cuantos él pueda, y él tiene en mente de que, ya que mató a su conyugue, pronto él vendrá sin parar a matarlo a usted, ya sea usando a su propio ex-conyugue u otro instrumento, y si usted no cumple el mandato de Dios de velar y orar, puede ser otra víctima de las tinieblas.


¿QUÉ HACER DESPUÉS DE UN DIVORCIO?.

Una de las características que distingue a la Biblia de cualquier otro libro de fe, es su claridad en cualquier asunto que ella enseña y/o declara. El divorcio y recasamiento no es la excepción.

Contrario a lo que enseña la Teoría de la Relatividad, la verdad no es relativa y no tiene 2 o más puntos de vista. Si un creyente es sincero y honesto cuando lee la Biblia, y si es guiado y alumbrado por el Espíritu Santo, llegará exactamente a la misma y única interpretación y conclusión que la misma Palabra tiene. Si la Palabra le ordena “alabar”, usted no debe gastar tiempo buscando interpretaciones en el griego o el hebreo de la palabra “alabar”, usted debe hacer eso: alabar.

Para saber qué hacer después de un divorcio, tenemos los siguentes pasajes, los cuales sirven como referencia cruzada, explicándose unos con otros:

Entonces vinieron a Él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?. Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leido que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?. Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. Le dijieron: ¿Porqué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla?. Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; más al principio no fue así. Y yo os digo que cualquiera que repudie a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera, y el que se casa con la repudiada, adultera” (Mt c.19, vss. 3-9)


Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido y que el marido no abandone a su mujer” (1 Co c.7, vss.10-11)

¿Porqué Dios desea que no me case después de divorciarme?. A Dios mismo le pasó y Él nos lo quiere enseñar.

Después que Israel fue elegido como pueblo escogido por Dios (Ex c.6, vss.5-7), Israel se corrompió en una actitud de rebeldía y groseros actos de idolatría. Literalmente, fue infiel a Dios, desobedeciéndole en todos y cada uno de los mandatos de Dios para ella. Para Dios, Israel murió frente a Él, separándose irremediablemente de Él sin mediar ninguna provocación.

Ya que el matrimonio es un COMPROMISO, no existe una segunda opción. Dios sabía eso, y de un modo intencional, Dios se obligó a si mismo a no elegir otro pueblo fuera de su pueblo (acá obviamente se incluye a los gentiles que luego serían añadidos). Teniendo Dios la libertad para ir y casarse con otro pueblo, se obligó a si mismo el no hacerlo y perseveró en su idea universal de salvarla.

Por cuanto el matrimonio es un PACTO, bastaba que una de las parte muriera, para que la parte sobreviviente quedará en absoluta libertad de ir y casarse con quien quisiese. Adán murió y Dios quedó libre. Israel murió y Dios quedó libre. Sin embargo, en ambos casos Dios, de un modo casi inexplicable, elige no elegir otra conyugue y se compromete a redimirla y restaurarla.


CASOS PARTICULARES.

En las Escrituras, Dios enseña a su pueblo a no mezclarse con aquellos que no son pueblo, en relaciones de intimidad. Cristo es claro en enseñar que NO EXISTE comunión entre la luz y las tinieblas. Desatender esta orden trae graves consecuencias, tal como desatender cualquier ley de Dios.

En el libro de Corintios (1 Co c.7, vss.12-17) se analiza el caso en que un cristiano se relaciona en pacto de matrimonio con alguien que no es cristiano. Evidentemente que no se puede negar la posibilidad cierta que la parte incrédula llegue al conocimiento del Evangelio, usando Dios a la parte cristiana para ello. Pero también Cristo enseña que las tinieblas no se sujetan en obediencia salvadora a los mandamientos divinos, por lo que el cónyugue incrédulo es un foco de riezgo para la parte creyente.

Se debe entender con claridad que si alguien no tiene por padre a Dios, tiene entonces por padre al diablo y lo imitará. La reacción natural de las tinieblas es la de aborrecer la luz (Jn c.3, v.20). Por lo tanto, mientras el cónyugue incrédulo no se rinda a las plantas del Salvador, será instrumento en las manos del diablo para seducción y perdición del cónyugue cristiano.

El Espíritu Santo, hablando por Pablo, enseña que una relación de este tipo tiene riezgos adicionales a la propia pecaminosidad de los matrimonios totalmente cristianos. Uno de estos riezgos es que la parte creyente podría ser expuesta a alguna clase de servidumbre (acá “servidumbre” debe leerse como “esclavitud y muerte”), y añade que “a paz nos llamó Dios” (acá “paz” debe leerse como “sin deuda”).

La probabilidad de divorcio para un matrimonio entre un creyente y un incrédulo es más alta que en un matrimonio totalmente cristiano, pero el Espíritu da la salida en el versículo 15 (lo menos malo, en este caso).

El pueblo de Dios debe entender algo vital: la voluntad general de Dios para su pueblo es única. Esto quiere decir que si Dios enseña que sus hijos deban relacionarse en pactos matrimoniales con otros cristianos, lo enseña relacionándolo con la idea central de SANTIDAD: apartarse del mal y unirse a Dios.

¿Qué respuesta hay aquellas personas incrédulas que se han vuelto a casar y llegan al Evangelio en esas condiciones?. La Biblia vuelve a darnos la solución.

Para responder, considere la siguiente imagen:



Dios nos ha dado sus leyes, las cuales, como figura teológica, podemos entenderla como formado una casa. Pecado es cualquier transgresión de la ley y apostatar de la fe es negar a Dios, lo cual produce inevitablemente la salida de la casa a la manera del hijo pródigo. La misma ley que al obedecerla servía para mi de bendición (cobertura – casa), fuera de la casa (ley) es para mi perdición, por cuanto la ley (figura de una pared) no me deja entrar y estar en comunión con Dios (nadie es salvo por la ley).

Aunque la ley no salva al hombre, Dios no la ha abrogado y sirven de límite para la normal convivencia con un Dios de amor. Le dice al creyente hasta donde llegar y quedarse dentro de la casa. La vida de Dios para el hombre sólo se produce en Cristo, el cual si pudo cumplir toda la ley. Si el creyente está en Cristo, entonces tiene comunión con Dios, y Dios es para el creyente su amigo, su padre y (lo más interesante) su ESPOSO.

La condición para los incrédulos es muy diferente. Por cuanto han infringido la ley (transgredido), están fuera de la casa, la ley los acusa y los condena. La vida de Dios no es transmitida a ellos y están muertos en sus delitos y pecados. Dios los tipifica como ENEMIGOS (Stgo c.4, v.4). En esta condición, Dios es para ellos un Juez, hasta que se vuelvan de su condición (a la manera del pródigo).

Así como Dios es para los creyentes su Esposo, los incrédulos no están solteros (Mal c.2, vss.10-11). El arrepentimiento provoca que el yugo (matrimonio) de esclavitud se rompe (Is c.14, vss.24-25) y somos enyugados (casados) con Dios (Mt c.11, v.29). Pero Dios agrega una advertencia en el libro de Gálatas:

“Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud” (Ga c.5, v.1)

A lo cual se agrega algo poderoso en Ro c.11, vss. 17-24.

De esta manera, la idea completa es que, en la ignorancia y rebeldía en que vivíamos, estabamos desposados con el diablo, viviendo una ilusión de vida próspera. Cuando creimos en Cristo y lo recibimos como nuestro Señor y Salvador, fuimos separados del “yugo” de matrimonio en que estábamos y fuimos recibido por novia de Cristo (acá “novia” debe leerse como “esposa”). Pero Dios agrega una terrible advertencia: el que recae en rebeldía y apostasía, Dios tiene toda la facultad de cortarlo para siempre de la Vid Verdadera.

Las personas impías que han vivido en ignorancia y oscuridad, y que han llevado matrimonios según su parecer, volviéndose a casar una y otra vez, llegando al Evangelio, así como fue llamado deberá quedarse (1 Co c.7, v.20), pues si quisiera, ahora con el conocimiento del Evangelio morando en él, divorciarse y casarse con su primera esposa, hay una ley que ordena su vida (Dt c.24, vss.1-4).

La diferencia obvia se produce para aquel que si tiene el conocimiento del Evangelio.


CONCLUSIONES.

Una de las armas poderosas que el enemigo ha forjado en contra de la iglesia es la IGNORANCIA. En la medida que el pueblo de Dios desconozca lo que Dios quiere decirles a través de las Escrituras, se convertirá en presa fácil de cualquier engaño (Os c.4, v.6)

Como estrategia demoniaca tenemos el clásico pasaje de “la casa dividida contra sí misma” (Mt c.12, v.25), el cual está intimamente ligado con el anterior pasaje de Oseas.

De esta manera, si el enemigo logra corromper las bases morales, éticas y espirituales sobre las que descansan los matrimonios, aquello se traduce inevitablemente en un severo ataque a la propia iglesia del Señor, su cuerpo.

Por lo anterior, es el deber de la Iglesia defender la unidad cristiana, fortaleciendo en particular la unidad de sus matrimonios. Para ello, es vital conocer y aprender todos los conceptos que regulan el matrimonio y aprender el qué hacer cuando esta unidad se ve dañada.

Dios a través de toda la Biblia ha dado al hombre pautas claras de comportamiento para que viva en paz con su Creador y bendecido en todas sus áreas. Dios ha sido claro en declarar lo que Él exige para el matrimonio, cómo se debe formar, como se debe mantener y conservar, como defenderlo, etc. Lamentablemente, las leyes que Dios ha dejado al respecto contravienen todos los deseos pecaminosos de cualquier persona y el clásico conflicto está en el período en que el hombre deba responder al llamado de Dios, tal como se expresa en la pregunta “¿Dónde estás tú?” (Ge c.3, v.9).

Al igual que toda la creación material, el matrimonio también fue creado por Dios. Éste es el reflejo de lo que Dios es y está compuesto por 3 conceptos universales: (1) la unidad, (2) el pacto y (3) el compromiso. Por cuanto el matrimonio es creación de Dios, se deben seguir las leyes que Dios ha dejado para él, en orden de tener relaciones bendecidas y prosperadas. No atender estas leyes y pensar que se puede vivir un matrimonio de cualquier manera, acarreará inevitablemente graves consecuencias.

Se debe tener siempre claro que los problemas en el matrimonio nunca nacen en el matrimonio, sino antes y son la consecuencia de algún pecado o conducta pecaminosa oculta, la cual debe ser sanada si se quiere realmente vencer cualquier obstáculo. Culpar y atender sólo los efectos de estos problemas interiores, no es atacar el verdadero problema y por ende no se resolverá (si uno no corta la raíz del árbol, el árbol volverá a nacer).

Para responder a la pregunta ¿qué debo hacer cuando mi matrimonio se fractura?, Dios nos ha compartido su propia experiencia con el pueblo de Israel. En esa relación se evidencian procesos como la elección, el noviazgo, el matrimonio, la infidelidad, la muerte, etc., y sirven como ejemplo obligado a la hora de estudiar este tema.

Uno cristiano siempre puede contar con la ayuda de Dios en cualquier problema por el que atraviese, y esto incluye el divorcio. Ningún divorcio que atente contra un matrimonio cristiano es inevitable, pues contamos con la defensa del Espíritu Santo a nuestro favor. Para evitar una fractura irreparable en el matrimonio, deberemos practicar cada día el mandato de Cristo: “Velad y orad para que no entreis en tentación”.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanto el tema muy bien explicado y sobre todo actualizado y en concordancia con los tiempos...eso si tengo un pregunta, mas bien no es mia unos amigos me han dicho que si el matrimonio (la ceremonia)puede ser un pacto solo con Dios y no con los hombres(casarse por la ley humana)osea hacer un pacto con la pareja ante Dios y no casarse civilmente, yo les digo que son nesesarias las 2 ,pèro no tengo mayores argumentos me podrian responder con argumentos biblicos plis

Alexis Hernandez Miranda dijo...

...en la vida de Cristo estarán siempre las respuestas.....

....fíjate en esta declaración:

Juan 11:42
“Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado”

....¿qué tenía Jesús que andar dándole explicaciones a alguien?....

...pero lo hizo....

....y fíjate en ésta:

Lucas 20:25-26
“Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.
Y no pudieron sorprenderle en palabra alguna delante del pueblo, sino que maravillados de su respuesta, callaron”

....y finalmente esto:

Mateo 3:13-15
“Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él.
Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?
Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó”

.....los cristianos externalizamos nuestros compromisos, no porque tenga una real importancia en sí mismo, sino porque debemos además cumplir aún la justicia formalizada en acuerdos y consensos humanos, sin por ello comprometer nuestra fe.....

.....tomamos un curso de manejo, nos inscribimos, rendimos una prueba ante una comisión y nos dan un carnet......¿es algo vano para Dios?...si....¿debemos como cristianos cumplir las leyes sociales vigentes?....si....

....¿lo ves?....

....si Dios cumplió con el tributo romano (¿Dios tributando en un sistema humano?) y con el bautismo (¿arrepintiéndose de qué?), ¿me saltaré la ceremonia civil de externalizar mi compromiso tal y cómo lo regula la legislación nacional vigente?, pues NO.....

.....pero cumplir con lo vigente en la sociedad siempre que no ponga en riezgo la obediencia a Dios....

.....que Dios te bendiga....

Anónimo dijo...

estaba lellendo este articulo y me parecio bastante bueno, pero no pude terminarlo porque era muy largo, alomejor seria mejor que los siguientes articulos los escribieras en forma separada. saludos cordiales, este blog esta muy bueno pero podria estar mejor.

Alexis Hernandez Miranda dijo...

...gracias, Leunamme.....

....sorry por la lata, pero el tema de seguro lo ameritaba....

....pero no te preocupes, lo tendré muy presente pa' la otra....

.....y desde ya, si andas por santiago de chile, te invitamos para el seminario sobre el mismo tema en Av. Pedro Fontova 4957, Conchalí, Santiago, el sábado a las 5pm....

....que Dios te bendiga....

Anónimo dijo...

muchas gracias por la respuesta :)

tomas alberto ramirez sosa dijo...

el tema me parece maravilloso muy bien explicado, pero me hago una pregunta que pasa con una pareja que enfreta problemas graves dentro del matrimonio y es inevitable el divorcio, siendo esta una pareja joven, ¿deben quedarce solos sin casarce esperando que uno de los dos muera para poder reacer sus vidas con otra persona?

Alexis Hernandez Miranda dijo...

....estimado Tomas, un saludo y bendiciones desde Chile.....

....pero veamos tu pregunta....

...por "graves problemas" entiendo a agresiones sicológicas y físicas.....

....acá la Palabra presenta 3 casos: (1) una pareja de inconversos, (2) uno de ellos es cristiano y el otro no, (3) ambos son cristianos.....

....independiente del caso, algo es claro y bíblico: "sin mí, nada podeis hacer".....ese es Jesús hablando.....

....independiente de quien atraviese un problema, si Dios no está en el asunto, el problema no se resuelve.....

...acá solución no es sólo que uno de ellos se vaya de la casa y se comprometan legalmente a la tuición y manutención de los hijos o esposa.....la solución legal del tema no es LA solución que necesitan....

...si sólo lo legal soluciona los problemas de un matrimonio, entonces ¿para qué necesitaríamos a Dios?.....

...si un par de abogados y un juez es todo lo que necesito, ¿para qué desgastarse leyendo la Biblia y orando al Dios de los cielos?....

....el caso de 2 inconversos unidos en matrimonio, personas que rechazan a Dios, la Biblia comienza a hablar de Babilonia.....son personas que afirman sus matrimonios en la arena como lo pinta la parábola....es IMPOSIBLE que resistan el problema....las consecuencias para los hijos y para ambos conyugues es dramática....lo muestran hasta las estadísticas seculares: del 100% de matrimonios que se divorcian y se vuelven a casar, la taza de éxito de estos nuevos matrimonio es de 30%.......los hijos de matrimonios reconvenidos sufren la deformación de la figura de los padres, afectándoles en su desarrollo humano, profesional y espiritual.....

...mi humilde consejo es que sean asistidos por cristianos que, en humildad los guíen y ayuden a dejar ese problema y sus vidas a las plantas de Jesús.....caso contrario, sucede lo inevitable....

....el caso mixto se pinta en Corintios....la parte cristiana deberá aprender o recordar aquello, y algo de ello mencioné en el escrito....

....para el caso de que ambos sean cristianos, les llegó la hora de arrepentirse LO MÁS RÁPIDO QUE PUEDAN.......Jesús es un experto cirujano....ojo....

....¿qué hacer después del divorcio en los 3 casos?....

...para el caso (1), sin Cristo, lo inevitable es que entren en un ciclo de convivencias/rupturas, hasta que finalicen en alguna unión de no muy buena calidad....(un segundo divorcio se divisa en el horizonte)....

...para los caso (2) y (3), Corintios dice así de claro: que se quede como está o que vuelva con su esposo(a).....

...la pregunta no es "¿qué debemos hacer?", sino "¿queremos hacer lo que la Biblia me dice?"....

....estimado Tomas, un abrazo y bendiciones de parte del Señor para tu vida....

Anónimo dijo...

hola, lei este tema y quiciera preguntarte sobre una situacion q tengo, soy cristiana hace 5 años y estoy sin pareja pues me separe de mi compañero con el cual no estaba casada. Ahora conozco un hombre q se divorcio por la iglesia catolica el se convirtio al Señor hace 1 año y su ex-esposa vive con otra persona, quiciera saber biblicamente este caso es posible un matrimoni entre nosotros?

Anónimo dijo...

hola, lei este tema y quiciera preguntarte sobre una situacion q tengo, soy cristiana hace 5 años y estoy sin pareja pues me separe de mi compañero con el cual no estaba casada. Ahora conozco un hombre q se divorcio por la iglesia catolica el se convirtio al Señor hace 1 año y su ex-esposa vive con otra persona, quiciera saber biblicamente este caso es posible un matrimoni entre nosotros?

Alexis Hernandez Miranda dijo...

....mi hermana, te saludo en el amor de Cristo....

...antes que todo, agradecerte por compartir conmigo esta experiencia....sobre todas las cosas, mi respuesta será cristiana, lo que quiere decir que apelará a la voluntad de Dios para tu vida....

....tú me dices esto: "soy cristiana hace 5 años y estoy sin pareja pues me separe de mi compañero con el cual no estaba casada"......enfatizas el hecho que no estabas casada, por lo tanto no unida en obligación conyugal con alguien....

....luego dices esto: "Ahora conozco un hombre q se divorcio por la iglesia catolica el se convirtio al Señor hace 1 año y su ex-esposa vive con otra persona"....

....¿qué hacer?.....

....¿te recuerdas de éste pasaje? (1 Co c.7, vss.10-11): "Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer"....

...si ahora él es cristiano y tú eres cristiana, ¿permitirás que él se vuelva a casar sabiendo el mandamiento de 1 de Corintios sobre quedarse como está?....

....tal como lo explicaba en el post, un matrimonio es un matrimonio ante Dios, ya sea que sea católico o protestante.....

....¿mi humilde consejo?.....espera en el Señor y busca un compañero realmente idóneo para tí.....Él sabe hacer bien las cosas.....

....y no te engañes pensando que si lo dejas él se irá de la iglesia....recuerda que el compromiso con el Cuerpo de Cristo se hace con Cristo y no con las personas......

....y si puedes recibir una palabras de discipulado, acá van algunas: Dios no desea tanto tu felicidad, sino tu SANTIDAD.....si ser santo(a) significa perderlo todo y ganar a Cristo, pues que así sea......no olvides la voz del Maestro (Mt c.10, v.37): "El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí"....

....¿le puedes decir a Cristo "he aquí lo dejo todo por servirte"?....

...Dios te bendiga y cumpla su voluntad en tí...

...bendiciones....

Anónimo dijo...

hi, new to the site, thanks.